Traducción al castellano de Rethinking the Games Conference de Mattie Brice, publicado originalmente el 27 de mayo de 2016.
Hay días en los que me siento insegura de llamarme activista, porque mucho de lo que hago está en lo que escribo, lo que hablo y el ámbito de las ideas. Pero sí me siento más cerca del activismo cuando ayudo a organizar conferencias y a manejar varios eventos que buscan incluir voces y perspectivas comúnmente dejadas afuera de la conversación sobre los juegos y subrayar métodos alternativos de acumular y compartir conocimiento y nuestro trabajo. Para alguien que sólo estuvo alrededor de 5 años en cada ámbito en el que trabajó, he organizado muchos eventos, y participado en todavía más, particularmente los que buscan impulsar la representación de los márgenes del arte y el pensamiento en los juegos. Habiendo asistido y ayudado con múltiples conferencias en los últimos meses, se me viene haciendo más aparente que el formato usual que asumimos que las conferencias deberían tener no está funcionando dados los ideales que tenemos con respecto a respetar el trabajo y permitir un cambio real en nuestras comunidades. Esto puede ser porque el modelo actual de nuestras conferencias se tomó prestado de la academia para el funcionamiento de esa industria y no necesariamente para comunidades de gente cuyo principal canal de discurso son las redes sociales. La ventaja de todo esto es que el evento promedio se está volviendo más grande, hay códigos de conducta más explícitos, métodos más claros de reportar acoso y abuso, oradores y audiencias continuamente más diversos. Así que no es que todo esté saliendo horriblemente mal, sino que siempre podemos buscar cómo mejorar y solucionar los problemas que surgen a medida que van apareciendo. Así que hay un par de temas que el evento de juegos contemporáneo necesita abordar a medida que continúa evolucionando nuestra manera de reunirnos y de celebrar la cultura alrededor del campo:
Respetando el trabajo
De todos los asuntos, las prácticas laborales éticas son las que más necesitan revisión. Esto va desde compensar a los oradores como corresponde a respetar el trabajo de los voluntarios más allá de un gracias. La posición más común para un evento es la de que les encantaría pagarle a la gente que contribuye a su existencia, pero no tiene fondos suficientes. En círculos profesionales como la academia se espera que la gente dentro del sistema se ofrezca como voluntaria y contribuya a los grupos de los que forman parte, y esto se retribuye (a su modo propio y fallido, éste no es un texto sobre mis muchos problemas con el sistema académico) publicando papers, haciendo networking extremadamente íntimo y ganando acceso a las últimas investigaciones que podrían tener una influencia inmensa en la tuya. Este tipo de sistema no funciona, o siquiera existe, para mucha gente en los juegos, especialmente aquella que no busca trabajar en compañías o en equipos grandes para trabajos comerciales masivos, así que por el momento la supuesta paga del trabajo y presentación voluntaria es que es “por el bien de los juegos” o alguna otra agenda, pero efectivamente mantiene la naturaleza explotadora de la industria de los videojuegos, agotando a la gente que se encuentra en posiciones vulnerables y/o ya explotadas para que no puedan ser parte del ecosistema. Debería decir que me parece genial que las conferencias vuelquen presupuestos ínfimos a ocuparse de la comida para la conferencia entera, lo cual ayuda a promover la asistencia, un problema en el cual he visto mucho progreso.
Más allá de los usos extravagantes generales para la experiencia (ya voy a llegar a esto) en lugar de usarlos para la gente a la que se le pide que la haga funcionar, hay múltiples formas de intercambio fuera de lo monetario para que el voluntariado o las presentaciones para una conferencia valgan la pena. Para empezar, pueden ser directos y preguntarle a cualquier voluntario qué retribución les gustaría con el conocimiento de que el dinero no es una posibilidad. Puede ser que un voluntario/orador se beneficie muchísimo de que le presenten directamente a alguien que puedas tener en tu evento, o que alguien en el equipo del evento principal pueda dar un seminario sobre un tema importante que se relacione a los intereses de las personas que se ofrecen como voluntarias, que generalmente son estudiantes o quienes tratan de cruzar puentes hacia comunidades nuevas, hacer networking más cercano que el que podrían mientras trabajan. También escuché de oradores pagos que daban clases o devoluciones sobre currículums de los voluntarios. Esto también habla de la falta de involucramiento que veo en mucho del trabajo voluntario, porque saben que el evento sólo puede pedirles un mínimo de esfuerzo ya que no se les da mucho a cambio. Creo que podés darle recursos a aquellas personas que usualmente no tienen acceso usando las conferencias como una suerte de comercio de trabajo, donde si te ofrecés como voluntario, ganás algo que podés devolver a la comunidad y enriquecerla.
Obviamente un buen cheque sería la mejor respuesta para compensar el trabajo en los eventos. Sé que ésa no es la realidad, y por lo tanto, no creo que deberíamos simplemente ceder y explotar a la gente con vergüenza. En cambio, creo que podemos repensar el intercambio. En el fondo, esto obliga a tu evento a producir un beneficio material antes que todo. Y al buscar financiamiento/apoyo para el evento, especialmente hacia las universidades, ésta es una buena manera de extraer más apoyo cuando los fondos son limitados.
Estableciendo propósito
Retomando lo de beneficiar directamente a una comunidad, encuentro que la mayoría de las conferencias no tienen una razón fuerte para existir. Comparten el problema con el exceso del activismo de consciencia, de que aunque sí, generar consciencia sobre un tema sea importante, tiene que haber algo más allá de la consciencia para que tus ideales mantengan relevancia. He notado que los eventos se meten en una rutina de sobrecompensar los paneles demasiado académicos con la difusión poco inspirada y decepcionante de habilidades y reaccionando a temas de conferencia aburridos y comunes con paneles de gente muy conocida que no dicen mucho más allá de hacerte saber que son muy conocidos. Me parece que la mayoría de las conferencias se cansan después de más o menos 3 años porque trabajan en base a sólo existir en lugar de crear raíces o lazos reales con otras entidades.
Este foco en la conciencia versus la acción se puede sentir hasta en la programación. Tantas charlas son “tuve esta experiencia” o “noté algo interesante” y lo dejan ahí en lugar de tomar esos temas y transformarlos en una oportunidad para que la audiencia responda. Tampoco es que todo deba ser una introducción al modelado en 3D, sino que una llamada a la acción, el lugar para actuar, debería ser creado por los eventos y cada parte de su programación. Eso me resultó un alivio grande cuando participé en la Allied Media Conference que maneja este balance tan bien. Más allá de incluir encuentros sociales alrededor de temas sociales sin entrar en conflicto con el resto de la programación, muchas de estas sesiones están encabezadas por facilitadores críticos más que oradores; tienen una agenda, perspectiva y experiencia que quieren compartir, pero la usan como un método de creación, acción o planificación que permite a los participantes traer los temas de sus propias vidas o impulsos creativos y trabajarlos.
Siento que es crítico que este elemento se incorpore en nuestros eventos, especialmente en los que afirman tener cualquier nivel de consciencia social, para volverse algo que cambie activamente cómo funciona la comunidad y que la active para solucionar problemas contemporáneos. Por demasiado tiempo las conferencias se han quedado en un nivel tan introductorio y efímero que la gente se olvida de ellas cuando terminan. Todavía hay espacio para la teoría y la experiencia personal, y para cualquier tipo de construcción de consciencia, pero no puede ser aquello de lo que tratemos de subsistir de aquí en adelante.
Control del tamaño
Muchos eventos están demasiado inflados. Esto se sigue de los dos problemas anteriores: cuando no pagás por el trabajo que da sustancia a un evento y tu propósito es vago y generalizado, tu evento crece más allá de sus capacidades e incluye cosas con el solo fin de tenerlas. Las conferencias se posicionan típicamente como centrales, nacionales o incluso globales e intentan (con diferentes grados de esfuerzo) representar a todos bajo ese paraguas, usualmente, si no siempre, fracasando en el intento. El problema con tener más cosas es un menor control sobre cómo salen, ya que usualmente quiere decir que no las estás pagando, no podrías dedicarle mucha atención a guiar los procesos de las charlas si hay nuevos oradores, y hay menos curación de una voz que de unión a las cosas y haga del evento una experiencia más cohesiva. Está la suposición de que una conferencia debe ser múltiples días con múltiples sesiones simultáneas y múltiples paneles con múltiples personas. Pero en lugar de enriquecer a la gente incluyendo una cantidad masiva de contenido y cuerpos, esto diluye y embarra cualquier clase de efecto que la programación podría tener en la audiencia.
Honestamente pienso que limitar la cantidad de oradores, especialmente a artistas y pensadores locales, y tener una sola secuencia de sesiones es una mejor estructura para un evento que los modelos actuales. Pondría en práctica un prejuicio extremo contra los paneles, que, como otras herencias de las conferencia académica, no funcionan a menos que haya mucha preparación o que todos los panelistas se conozcan y tengan buena química, lo que usualmente no pasa. Sugeriría variaciones sobre lo que experimenté en PRACTICE: una sola secuencia de charlas de 30 minutos a 1 hora, sin preguntas y respuestas sino con sesiones de descanso en las que los oradores tienen sus mesas y la gente que quiera preguntarles algo o sólo quedarse cerca de la conversación sobre un tema pueda hacerlo.
Una devolución frecuente que recibí fue de cuánto quería la audiencia que los artistas que estaban mostrando obras, típicamente en arcades, dieran charlas sobre la experiencia y el proceso de su trabajo elegido, ofreciéndoles una perspectiva nueva con la que volver a acercarse al juego luego de encontrarlo en su hábitat natural. La audiencia también se beneficia de espiar a un par de pensadores o artistas hablando sobre temas que les interesan para tener una mirada más profunda de cómo la gente más adentrada en estos campos se maneja con los temas contemporáneos. A pesar de cómo se lo redujo a una suerte de término rimbombante de fiesta tecnológica, la gente quiere sesiones de las que se puedan llevar algo. A veces dependemos demasiado de planear charlas “inspiradoras”; habiendo dado y presenciado algunas, cuando funcionan, son maravillosas. En general no funcionan, en cambio los oradores se conforman con alguna clase de “no tengo respuestas” o “tomen lo que les sirva” y es obvio que la energía detrás de la charla no está. Las charlas inspiradoras tienen que ser guiadas en algún nivel y usadas con moderación. He asistido a conferencias de puras charlas inspiradoras sin mentoría, si no te vas con algún tipo de placer voyerista de la confesión de una lucha es bastante aburrido. No creo que los eventos deberían tener gente que se va con una sensación de “¿y qué?”
Creo que una comunidad necesita que los buenos eventos prosperen y crezcan, y hay espacio para más eventos locales que apoyen diferentes necesidades y agendas locales que la conferencia general no apoya. Las conferencias tienen una oportunidad de actuar como un sistema más fuerte de apoyo para las comunidades marginadas y crear un sistema más ético de dar y recibir. Quiero pelear contra el ciclo usual de agotamiento del que participan las industrias, usando creadores y pensadores explotados en la medida que les sirvan y no dándoles algo de vuelta cuando se los juzga demasiado para mantener. También sólo quiero que existan más eventos, y que más comunidades se sientan capaces de hacer los suyos a pesar de no tener mucho dinero. Si vamos a cambiar las cosas, no podemos hacerlo al ritmo al que somos más útiles para los más poderosos.