We Know The Devil

We Know the Devil es una Visual Novel (VN) creada por Aevee Bee, Mia Schwartz, Alec Lambert y Lulu Blue, publicada por Date Nighto en el 2016. Cuenta la historia de Jupiter, Venus y Neptune, tres adolescentes queer en su última semana dentro de una colonia religiosa de verano. Antes de poder irse, el coordinador les dice que es su turno de pasar la noche juntas en una cabaña habitada por el Diablo.

Los diálogos del juego nos dan indicios de que los personajes viven en un universo de Magical Girls siniestro parecido al de Puella Magi Madoka Magica, donde se usan cristales para comunicarse por radio con Dios, detectar al Diablo y transformarse en una súper heroína. Nuestras protagonistas no pueden transformarse porque consume muchos recursos y la gente del campamento no es lo suficientemente digna como para gastarlos. También nos indican que toda la gente de la colonia debe enfrentarse al Diablo en algún momento de su estadía. Si sacamos los elementos mágicos de la narrativa, nos encontramos con una experiencia muy parecida a la que yo viví junto con mi grupo de amigos del secundario católico.

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En el fondo We Know the Devil es sobre la lucha interna del adolescente que sabe que su identidad es incompatible con las costumbres y expectativas de su entorno y presiente que son cualquiera, pero que trata de amoldarse a lo que le piden para que no se note mucho que es ese Otro contra el cual se agrupa su comunidad por temor a las represalias que podría sufrir si revela su verdadera identidad.

El mayor problema que encontré siendo una persona queer que se crió dentro de una casa de gente muy creyente en los valores del catolicismo es que mientras crecía me llegaba por todos lados el mensaje de que ser yo estaba mal, pero a la vez sabía que yo no podía ser de otra forma. Así que mientras viví con gente que acataba ese sistema de creencias cual mamá de Carrie, yo hacía el sacrificio de tapar una parte de mi identidad para evitar el ostracismo social y la ira parental.

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Mientras yo resolví mi problema cambiando mi ambiente opresivo por uno que me acepta tal y como soy, las protagonistas de We Know the Devil no tienen esa posibilidad. Sabemos que aunque escapen a la opresión del campamento, van a seguir sometidas a la presión de la sociedad. Como jugadoras no tenemos herramientas tangibles para sacarlas de esa situación, pero podemos elegir quién acompaña a quién en varios momentos de la noche. El problema es que si alguien pasa más tiempo sola que el resto, es poseída por el Diablo.

Lo curioso de la posesión demoníaca en el universo de We Know the Devil es que la persona poseída se transforma en un reflejo físico de sus deseos más profundos, como poder superar la directiva de padres opresivos en contra de abrazar y tocar a otros seres humanos, performar el género con el que se siente cómoda o dejar de estar enferma. Pero como todo lo relacionado al Diablo es tabú y estas expresiones son obra suya, las amigas de la poseída usan sus poderes elementales de Magical Girl sin transformaciones para luchar contra ella y poner un freno a la expresión de todos estos sentimientos y deseos. Nunca sabemos qué pasa con la persona poseída después de haber sido derrotada y reprimida de esa forma, pero sus amigas nos dicen que seguro aprendió algo importante sobre sí misma.

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Los finales que nos revelan los secretos, deseos y necesidades sobre los personajes y reflejan con más fidelidad la opresión de ser un estudiante de colegio religioso con un sistema de valores cualquiera y desactualizado, son los finales en los que alguien se queda afuera, ya que la poseída se ve empujada por el Diablo a confesar sus deseos y transmutarse en algo distinto. Pero si la jugadora logra que nadie sea dejado de lado, puede conseguir un final en el que las amigas logran perseguir esos deseos íntimos sin vergüenza y convencer al resto del campamento de que haga lo mismo.

Cuando lo jugamos con una progresión que va de los finales malos al final feliz, We Know the Devil nos deja el mensaje de que la mejor forma de escapar a la opresión de los otros es conociéndose y aceptándose a uno mismo tal y como es. Es algo que aprendí de grande por mis propios medios, pero que me hubiese gustado saber mientras crecía.