NSFW: En este artículo hablamos de sexo, sexualidad y mostramos screenshots y videos de juegos con gente en tetas y en bolas, así que no conviene leerlo en el trabajo.
Ladykiller in a Bind es una Visual Novel (VN) erótica creada por Christine Love, que fue publicada en Steam el 9 de enero, varios meses después de su lanzamiento en el Humble Store el 10 de octubre. La tardanza se debió a su contenido erótico queer, pero las políticas de Steam son poco claras acerca de qué chanchadas quiere distribuir y de qué chanchadas no se quiere hacer cargo.
Ladykiller se caracteriza por darle muchísima bola a la mirada femenina y queer. A diferencia de otras VNs eróticas, que se concentran en la mirada masculina y en contar una historia a pesar del sexo, en Ladykiller el sexo, la sexualidad y el cómo nos relacionamos sexualmente con otras personas son el tema y el punto principal de su trama. Otro elemento característico del juego es que nunca se toma muy en serio a sí mismo. Esto sirve para mantener la inmersión y sobrellevar felizmente las situaciones ridículas.
En el universo de Ladykiller sos una lesbiana que le hace un favor a su hermano mellizo y se hace pasar por él en el crucero de graduación de su escuela. Tu deber como jugadora es no levantar sospechas acerca de tu verdadera identidad y conseguir todos los votos posibles para un concurso que tiene lugar en el crucero. Estos dos mecanismos narrativos se desarrollan junto a un gameplay dinámico que imita muy bien la mecánica que siguen las conversaciones en tiempo real, con interrupciones y todo. Todos los recursos del juego son usados para explorar la naturaleza del sexo y la sexualidad: los motivos por los que cogemos o no, el consentimiento, el cuidado de nuestras parejas y distintos modelos relacionales como el poliamor y BDSM.
En Ladykiller cogés porque es divertido, cogés porque otras personas te parecen interesantes y porque vos les parecés interesante a ellas, cogés para explorar aspectos de tu persona con los que no estabas en contacto hasta ese momento. También cogés para explorar relaciones de poder y porque coger te trae beneficios materiales, como más puntos para el concurso, la posibilidad de conservar el secreto de tu identidad y ayuda para rescatar a una de tus parejas que es secuestrada por tu hermano cerca del final.
Aunque mucho del sexo en Ladykiller es parcialmente transaccional, una como jugadora se siente cómoda porque los personajes que participan del acto sexual lo hacen con cuidado y respeto por su pareja. Cada escena de sexo se desarrolla como una serie de opciones que la jugadora puede elegir, reforzando la idea de que el consentimiento es algo que se reafirma de forma constante.
Sólo hay dos situaciones en el juego en las que el sexo transaccional se siente incómodo y violento, en una la jugadora es violenta con alguien y en otra alguien es violento con la jugadora. Son decisiones que se toman al final del juego y no pueden suceder en una misma partida. Mejor dicho, no podían suceder en la misma partida: desde el último parche del juego, la escena de sexo transaccional en la que alguien es violento con vos ya no existe.
Ya no existe porque, a pesar de que Christine Love agregó trigger warnings y la posibilidad de saltarse esa escena por completo, a mucha gente le molestó e incomodó muchísimo que una escena así esté en el juego. Para mí es una lástima que esa escena ya no exista porque tenía un sentido narrativo bastante claro que era el contraste con las escenas de sexo de otro personaje que practica BDSM como corresponde, es decir, con consentimiento y de forma segura. Si bien me incomodó como a otras jugadoras, también me hizo pensar mucho acerca de por qué me incomodaba tanto y por qué me incomodaba un poco más que la escena en la que ejercés violencia sexual sobre otro personaje.
A mí me incomodó que mi personaje fuese una víctima porque me recordó a experiencias desagradables propias y ajenas con gente que daba el consentimiento por sentado y creo que me incomodó un poco menos ser la victimaria porque la mayoría de los juegos AAA, esos que jugaba mucho cuando era más chica, nos ponen en el rol del victimario. Para mí esas dos escenas servían para remarcar la importancia del consentimiento y de escuchar y cuidar al otro en cualquier contexto, pero sobre todo en el contexto de una relación sexual.
La desaparición de esta escena y la inclusión de un “modo navideño” en el que toda la desnudez del juego es ocultada por pulóveres de Navidad para que sea posible de streamear sin sufrir un ban de servicios como Twitch o YouTube nos dan la pauta de que hay un largo camino por recorrer hasta que podamos desestigmatizar la sexualidad en los videojuegos y dejemos de pensar que el sexo sólo pasa por estar o no estar en bolas.

Muchas de las cosas que me gustan de Ladykiller, sobre todo las cosas incómodas, me recuerdan mucho al New Queer Cinema, un movimiento cinematográfico que comenzó a mediados de los 80 y abrió las puertas a una mayor visibilidad de las personas queer dentro de la industria cultural. Las películas del movimiento hacen énfasis en mostrar relaciones sexuales queer de forma explícita, se meten constantemente en temas complicados, polémicos y tabú, mientras que sus tramas desafían las expectativas del espectador acostumbrado al cine hollywoodense pochoclero tradicional.
Ladykiller tiene varios puntos en común con Kaboom de Gregg Araki, una de las películas del movimiento, ambas obras son protagonizadas por adolescentes que cogen todo lo posible con todas las personas posibles y cada vez que cogen revelan nueva información sobre el universo que habitan. Una vez que los protagonistas disponen de toda la información posible queda claro que el mundo es una locura y todo se fue a la mierda. Ambas obras presentan una perspectiva inequívocamente queer.
Las personas queer necesitamos contar nuestras propias historias, problemáticas o no, porque siempre nos vamos retratar como personas y no como clichés, arquetipos o elementos que avanzan la trama. Todos, seamos queer o no, necesitamos más juegos como Ladykiller. Juegos que hacen énfasis en el respeto y el consentimiento, en lugar de vendernos la gilada de que si elegimos las opciones correctas y entregamos los regalos indicados un personaje (o una persona) se va a enamorar de nosotros.