Hacer arte con los cádaveres que dejan las dictaduras

¡Alerta de spoilers!

Si naciste en América Latina, Asia o África seguro sabés lo que es un golpe de estado, ya sea porque tu país sufrió uno alguna vez o porque está atravesando una dictadura en este preciso instante. Sabés que en las dictaduras muere gente, muchísima gente, que el estado pasa de promover el bienestar de todos sus ciudadanos a matar, exiliar, arrestar o desaparecer personas de forma sistemática. Acá, en Argentina, por ejemplo, hubo 30 mil desaparecidos.

Las dictaduras no solo matan gente, también matan al arte y a la cultura. Aniquilan las ideas. Cada vez que un país sufre una dictadura le cuesta décadas y horrores recuperar el capital político y cultural que le mataron. Quedan cicatrices que se sienten por generaciones, sentís que algo terrible le pasó a tu país, familia, amigos. Que algo terrible te pasó a vos también, aunque en tu entorno nadie hable mucho del tema.

Cuando alguien decide crear un juego sobre los hechos que suceden en una dictadura, no sólo nos comparte las penurias que atravesó una sociedad en cierto período histórico. También nos plantea preguntas importantes sobre la complicidad civil y la responsabilidad de cada ciudadano de resistir a la opresión como pueda. Al ser de un país que sufrió varias dictaduras, cuando jugamos un juego sobre estar en una dictadura, sentimos una hermandad con lo que sucede en la ficción, porque retrata cosas muy parecidas a nuestra realidad histórica, aunque no se correspondan con nuestras experiencias personales inmediatas.

En Detention (Red Candle Games, 2017) somos Wei, una estudiante que queda atrapada en una escuela llena de fantasmas en medio del Terror Blanco de Taiwán en 1960. El juego nos muestra cómo los militares se meten en las escuelas e interfieren con la educación. Tanto alumnos como profesores reconocen que están insertos en un sistema roto y tratan de resistir o de explotar el sistema a su favor.

A medida que recorremos el edificio de la escuela aprendemos que un par de profesores junto a un puñado de alumnos trataron de resistir a la opresión creando un club de lectura de libros prohibidos por la dictadura. Todos los miembros sabían que participar de ese club podía costarles la vida, pero lo hacían de todas formas porque desarrollar el pensamiento crítico les parecía más importante.

La otra cosa que aprendemos mientras recorremos el edificio, es que las autoridades militares alientan a los ciudadanos a denunciar a cualquier persona que se porte de manera sospechosa o subversiva. Denunciar a alguien de subversivo en una dictadura implica que esa persona no va a pasar por un proceso penal justo, claro y preestablecido, sino todo lo contrario. Va a ser castigada de forma brutal y casi sin pruebas. Sin embargo, a varios ciudadanos no les importa la arbitrariedad de los procesos militares y en muchos casos la aprovechan para obtener retribución de personas que les caen mal por motivos que no tienen nada que ver con lo que están denunciando. Por ejemplo, la madre de Wei denuncia a su esposo de haber cometido delitos financieros para castigarlo por su adulterio.

Al final de Detention, descubrimos que Wei no está en una escuela embrujada, sino que se encuentra en el purgatorio por haber denunciado a sus compañeros y profesores del club de lectura con las autoridades. El motivo por el cual Wei hace la denuncia, no tiene que ver con su alineación política, sino con que ella salía con uno de sus profesores y cuando éste la deja, Wei siente celos de los miembros del club y cree que si los denuncia, ellos van a ser castigados sin consecuencias muy graves. Wei está terriblemente equivocada y su denuncia termina en la muerte, la prisión o el exilio de todos los involucrados en el club de lectura.

Luego de esta revelación el juego nos ofrece la oportunidad de hacernos cargo de nuestras acciones y llegar a una especie de cierre cuando nuestro espíritu se encuentra con uno de nuestros compañeros encarcelados. También podemos negar toda responsabilidad, suicidarnos por la culpa y repetir así el ciclo de todos los eventos que vivimos durante el juego.

Mientras que Detention se trata de la responsabilidad civil en una dictadura, 1979 Revolution: Black Friday (iNK STORIES, 2016) es sobre la dicotomía entre proteger a nuestro pueblo e ideales y proteger a nuestra familia. 1979 nos cuenta la historia de Reza, un joven fotógrafo que vuelve a su hogar en medio de la revolución iraní después de haber estudiado en el extranjero. Es un juego en el que vivimos tomando decisiones. Si queremos avanzar hasta el final de la historia es importante que esas decisiones logren un equilibrio entre resistir contra el autoritarismo y preservar nuestra integridad física y la de nuestros seres queridos.

1979 nos muestra los efectos tangibles de montar una resistencia cultural. Las fotos que tomamos como jugadora aparecen en los panfletos de la resistencia y ayudan a congregar a más personas en las protestas. Además, los ciudadanos se reparten casettes de música que esconden discursos revolucionarios. Es decir, en 1979 aprendemos que el arte y la fuerza son factores que cooperan entre sí para lograr que una revolución sea exitosa.

1979 también nos muestra las divisiones que los conflictos políticos crean en una familia. La madre de Reza quiere que toda la familia mantenga la cabeza baja y no se meta en quilombos, su hermano es un militar que trabaja para el régimen dictatorial, pero su padre apoya la resistencia de Reza en secreto.

Las decisiones que tomamos en 1979 no son informadas, sino que están marcadas por el miedo y la tensión del momento. Esto significa que tanto nosotros como nuestros seres queridos salimos lastimados por nuestras decisiones.

Al igual que Detention, 1979 termina mal para su protagonista. Reza termina siendo prisionero en un centro de detención clandestino. Es torturado junto a su hermano que trabajaba para los militares. No va a sobrevivir y en sus últimos momentos debe decidir si protege a sus amigos y compañeros de militancia o a su hermano, que está en contra de todos sus ideales y siempre lo maltrató, pero que es su familia.

Venti Mesi (We Are Muesli, 2015) cuenta los hechos que transcurrieron en el periodo de 20 meses de la ocupación nazi-fascista de Italia, que comenzó en septiembre de 1943 y terminó en abril de 1945.

A diferencia de Detention y 1979, Venti Mesi no se centra en un solo protagonista, sino que cuenta una historia distinta por cada mes que duró la ocupación, cada una con su propio protagonista. El rol de los protagonistas no es homogéneo, hay partisanos, niños que tratan de ayudar a su familia revolucionaria, así como también hay gente apática, espías y soldados fascistas. Cada historia resalta la importancia y la responsabilidad que cada uno de nosotros tiene en la lucha contra el fascismo.

Otro aspecto que diferencia a Venti Mesi de Detention y 1979 es que en Venti Mesi el pueblo acaba con el fascismo y deja el mensaje optimista de que el fascismo no va a volver mientras el pueblo resista. Tanto en Detention como en 1979 las cosas no son tan simples. Si bien en Italia la ocupación fascista duró sólo 20 meses, el Terror Blanco de Taiwán duró 38 años y 57 días y la revolución iraní cambió un tipo de autoritarismo por otro.

Crear juegos como éstos y jugarlos no va a sanar ni una cuarta parte de todas las heridas que nos dejan las dictaduras, pero nos ayuda a ejercitar la memoria y crear redes solidarias para desarrollar nuevas estrategias de prevención y resistencia. Frente al contexto mundial al que nos afrontamos en la actualidad, juegos como Detention, 1979 y Venti Mesi duelen muchísimo y se sienten más importantes que nunca.